EL REAL SITIO DE SAN FERNANDO DE HENARES 275°Aniversario 1746 - 2021
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EL REAL SITIO DE SAN FERNANDO EJEMPLO DE TEMPRANO INTENTO DE CIUDAD INDUSTRIAL CREADA EX NOVO
Ejemplo excepcional de la importancia que se concedió en este siglo a las ideas económicas, y del desparpajo con que se pusieron
en práctica, es la experiencia llevada a cabo en el Real Sitio de San Fernando.
Fue el primer intento de creación de una ciudad industrial en sentido estricto, según los criterios racionales en boga. Es decir, conforme a unas previsiones determinadas cuidadosamente para, en la medida de
lo posible, no dejar nada al azar.
Unas previsiones que permitieran esa feliz correlación causa-efecto, proyecto-resultado, a la que aspiraba tan confiadamente la época.
El intento, sin embargo, fracasó.
Más que por su concepción, por la intervención de esos imponderables tan reacios a la máxima previsión.
El lugar se incorporó a la Corona en 1746, para establecer en él una fábrica de paños similar a
la que funcionaba ya en Guadalajara. Pero en este caso la idea era crear todo un conjunto urbano, una pequeña ciudad autosuficiente en torno a la fábrica, a la que se convertiría por primera vez en origen de una ciudad. En ella ejercería además las funciones simbólicas y representativas del poder del Estado, que habitualmente correspondían al Ayuntamiento.
El Real Sitio de San Fernando se proyectó con planteamientos modernos; como una ciudad
abierta a la naturaleza, sin cercas ni muros, prolongable según las necesidades y con todo lo necesario para albergar a la población trabajadora empleada en la fábrica. Su protagonismo quedaba además bien patente en el trazado urbano, articulado en torno a dos
plazas vinculadas entre sí por una calle Real que conducía, con la precisa perspectiva en tiralíneas del barroco, a la fábrica.
Alrededor de ambas plazas se situaban las viviendas de los obreros, todas iguales salvo en la altura (uno o dos pisos); la lonja, la taberna, la mercería, la botica; un Ayuntamiento, una iglesia, una cárcel...
La Real Fábrica respondía, como el resto de los
ejemplos de la época, al modelo impuesto por la «empresa concentrada como el más adecuado para el trabajo en cadena; un gran
bloque rectangular de aspecto externo tradicional, con detalles ornamentales de cierto clasicismo palaciego, un patio interior para proporcionar mayor iluminación y brindar un espacio abierto a determinadas operaciones y una distribución por zonas del edificio, según las distintas funciones.
En San Fernando había tres áreas bien diferenciadas. La correspondiente a la fachada principal, que albergaba las oficinas y
administración, la capilla y la
vivienda del gobernador; las dependencias para la producción, que ocupaban las alas laterales del piso bajo, en amplias naves
cubiertas con bóveda de cañón y lunetos sobre fuertes pilares, y los almacenes, que se situaban en el sótano y en la planta superior.
La fábrica se destinaba a la producción de «paños superfinos», pues resultaba algo humillante el tener que importar paños
ingleses fabricados con lana española, a precio de oro, por carecer de una industria capaz de trabajarla aquí. Se pensó, por tanto,
traer maestros y personal cualificado extranjero para formar al español en esas labores delicadas que ignoraban, y se hicieron previsiones para disponer de unos
ochenta telares en funcionamiento.
Se contrató una plantilla de lo más cosmopolita, integrada por holandeses, que se encargaron de poner en marcha la fabricación
de terciopelos y papel; franceses, que iniciaron la de sombreros, irlandeses para los tejidos, además de suecos y alemanes. Y en función de la fábrica se crearon catorce escuelas de hilados en lugares próximos a San Fernando para difundir las enseñanzas e ir formando nuevo personal especializado.
Todo el complejo se puso en marcha con la celeridad y eficacia prevista, pero con la misma rapidez se vino abajo, debido a una
epidemia de fiebres que afectó a la población al poco tiempo de establecerse.
La insalubridad del lugar se puso de manifiesto cuando se convirtió en residencia. Pese a su primoroso aspecto, no sólo en lo arquitectónico, sino en lo agrícola de su entorno, que se dotó de todo tipo de cultivos para el consumo corriente y para la industria
textil, los vecinos enfermaban con
facilidad alarmante.
Al principio hubo comentarios para todos los gustos. Unos afirmaban que aquello era debido a los elevados salarios y a los excesos que permitían.
Algunos extranjeros indicaron otros orígenes bien distintos, la opresión religiosa:
«los sufrimientos y achaques de salud corporal no nos afligen tanto como los disgustos y de-
sazones que les da el padre Alipio Morray, amenazándoles conncárceles, castigos e infiernos...».
El caso es que en pocos años la fábrica se traslada provisionalmente a Vicálvaro huyendo del azote de las fiebres, y, por fin, en 1768, se trasplanta toda su actividad de forma definitiva a Brihuega, donde ya funcionaba una
industria textil.
El edificio desocupado de San Fernando se
habilita entonces para Hospicio de «vagos y ociosos» procedentes de Madrid, y así permanece hasta que al final del siglo nuevas
epidemias aconsejan el cierre definitivo.
En la actualidad, el conjunto urbano del Real Sitio constituye el casco viejo de San Fernando de Henares y está declarado Conjunto Histórico Artístico desde 1983. De la fábrica sólo se conservan fragmentos de la fachada integrados desde 1999 en el edificio del Ayuntamiento.
LAS REALES FÁBRICAS Y LAS NUEVAS POBLACIONES INDUSTRIALES ILUSTRADAS.
La asimilación del pensamiento ilustrado sobre el necesario y urgente impulso de la industria y el comercio por parte del Estado, se materializaron en España en la creación de Reales Manufacturas y otras experiencias productivas, fábricas de artículos suntuarios, metalurgia y textiles, que serían controlados en régimen de monopolio. No obstante, desde el punto de vista urbanístico las industrias del siglo XVIII en contadas ocasiones produjeron grandes transformaciones urbanas y edificatorias en las poblaciones ya existentes, siendo también muy escasa la creación de poblaciones de nueva fundación de relieve, lo cual hace singular el caso del Real Sitio de San Fernando, donde se proyecta la fábrica, la población para sus operarios y se ordena racionalmente su territorio circundante conforme a las necesidades de las manufacturas proyectadas.
EL CASO DE SAN FERNANDO
San Fernando, próximo a la Corte, fue incorporado a la Corona en 1746 a instancias del rey Femando VI con el objetivo de establecer una Real Fábrica de Paños. En su trazado urbano, nunca colmatado según la idea original y profundamente desvirtuado con el tiempo, se produce un trasvase a fines utilitarios de esquemas de composición clásicos del último barroco internacional.
Según refleja la cartografia y planos conservados, la Corona no busca aquí expresar su prestigio personal creando una ciudad cortesana con la industria subordinada al contenedor palacial, sino que reclama su papel de promotora de la industria.
El difundido plano del Real Sitio firmado por Vargas Machuca hacia finales del S. XVIII, confirma en sus rotulaciones la predominante finalidad fabril que tuvo la
población y no la regia residencial que le asignaron algunos autores.
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