Es mucho decir que hubo una "defensa de Madrid" cuando las tropas de Murat ya estaban ocupando la ciudad e incluso habían desalojado de sus cuarteles a los propios regimientos españoles... y en los alrededores de la ciudad cerca de 30.000 tropas estacionadas en diferentes pueblos, como en San Fernando, donde el edificio de la Real Fábrica de Paños, albergó a cerca de 8.000 soldados franceses que dejaron arruinado el lugar.
La clase dirigente de este país ya había "entregado" España al Emperador de Francia y puesto a salvo sus bienes y personas. Quedó como siempre sucede el pueblo, esa mayoría de gente que en España suele vivir ajena a las cuestiones políticas hasta que se ven inmersos de lleno en una situación límite que ya tiene difícil reversión.
Damos a los acontecimientos del dos de mayo la dimensión de "heroísmo patrio", cuando ese alzamiento distó en realidad de ser una sublevación generalizada de la ciudad y que además fue contundentemente reprimido por las tropas francesas que no dudaron en descargar metralla en la calle de Alcalá. Ante esa masacre, tan solo dos oficiales del parque de artillería de Monteleón, por aquello de honrar el uniforme que vestían y defender al pueblo cuya bandera juraron, tuvieron el valor de dar armas a los paisanos y siquiera devolver a los franceses parte de la metralla que suministraban inmisericordes a los madrileños.
El ejercicio francés dio cuartel a los uniformados que se rindieron, no así a los paisanos, que fueron fusilados junto a las tapias de El Retiro, en el Paseo del Prado o como inmortalizaría Goya en la montaña del Príncipe Pío.
Estos acontecimientos, por si quedaba alguna duda, revelaron las intenciones de Napoleón y su Gran Ejército que fueron vistos como invasores, como también lo fueron los ingleses de Wellington que los combatieron en España, generando estragos en las industrias e infraestructuras españolas, que con tanto esfuerzo se quisieron impulsar durante un siglo XVIII de intento reformista y de modernización de un país atrasado. Y así, una vez acabada la guerra, España, arruinada, no volvería a suponer un impedimento a los intereses británicos, que mientras se pintaban como aliados en la península contra Napoleón, azuzan la emancipación de la América española dividiendo para siempre a los españoles de ambos hemisferios como así quiso reconocerlos La Constitución Liberal de 1812.
Estos acontecimientos y el desarrollo de la llamada "Guerra de Independencia" supusieron el fin de España como potencia en el escenario internacional de la época, inaugurando un siglo XIX de inestabilidad política y guerras civiles, empezando por las llamadas guerras de emancipación americanas, que no fueron sino eso, un enfrentamiento civil entre españoles al otro lado del Atlántico.
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