domingo, 28 de mayo de 2023

09.02.2023 - DOCUMENTAR, PROTEGER Y PROMOVER NUESTRO PATRIMONIO HISTÓRICO: LA HUERTA GRANDE DEL REAL SITIO.

LEVANTAMIENTO DE PLANOS DE ELEMENTOS SINGULARES PROTEGIDOS DE LA HUERTA GRANDE DEL REAL SITIO DE SAN FERNANDO


La preservación y puesta en valor del patrimonio histórico, se encuentra entre los fines sociales de Plataforma Cívica San Fernando de Henares.

La Huerta Grande o de La Vega es un espacio natural de gran belleza, y tiene su origen en la fundación del Real Sitio de San Fernando, BB implicó la ordenación racional del territorio rural circundante a la nueva fábrica y población para sus trabajadores, con fines utilitarios y productivos tanto para las necesidades de la industria pañera como el abastecimiento de los residentes.

Se vio favorecida notablemente con la llegada a la Administración del Real Sitio de Don Vicente Collantes en el año 1841. En aquellos tiempos, a los jardines que circundaban los palacios se les daba casi la misma importancia que a las construcciones arquitectónicas que adornaban. Los arquitectos y jardineros más reputados eran los encargados de su diseño. El jardín italiano estaba de moda, tenía como modelo ideal los jardines renacentistas del país del que toma nombre. Eran jardines organizados en cuadrícula, divididos por un gran eje axial. Ejemplo de este tipo de jardín puede contemplase en los Reales Sitios de Aranjuez y la Granja, entre otros.

El recién llegado administrador era un hombre culto que conocía los gustos artísticos de la época. Collantes elabora un proyecto de REFORMA DE LA HUERTA GRANDE y la imagina como un jardín italiano en el que las plantas decorativas son sustituidas por árboles frutales y hortalizas, conjugando ingeniosamente la estética y la utilidad.

La tarea más urgente es cerrar la huerta con el fin de protegerla de robos y alimañas. Para cumplir este objetivo, Collantes proyecta la realización de un camino exterior que rodea todo el espacio, ornamentado con álamos negros, acacias y fresnos. Paralelo a éste, diseña otro camino en el interior de la huerta, lo suficientemente ancho para permitir el tránsito de los coches de caballos que la corte utiliza en sus traslados, en previsión de las futuras visitas reales. Entre los dos caminos proyecta la ejecución de un caz de riego y la plantación de un seto de acacias de tres puntas, arbusto de gran frondosidad que en poco tiempo crearía una barrera difícil de franquear.

Collantes también diseña la organización interna del lugar. Veamos cómo aparece descrita em los documentos del proyecto:

“… en cuanto a la división interior, cree que lo mejor y que dará más hermosura a la posesión será: abrir una puerta en el centro de la calle denominada hoy del Molino con el nombre de Isabel II… otra puerta en la calle hoy del Cardón a que sustituirá el de Luisa Fernanda; la puerta llamada en su día de Casa-quemada será y su calle de Cristina; y otra puerta en el centro del camino de Tejares con el nombre del esposo de su Majestad; que estas cuatro puertas se comuniquen por medio de un crucero de calles de 30 pies de ancho pobladas de árboles frutales y en el centro de ellas una gran plaza que se plantaría su círculo de nogales; de cuya manera se aumentará el brillo y la hermosura de la posesión, y se facilitará mucho todas las operaciones de cultivo y extracción de frutos… que la ejecución, podrá tener lugar en dos años o según lo permitan los fondos de la Administración… y que si se consigue la aprobación del proyecto, hacer una posesión de recreo para su Majestad a la vez que aumentan sus productos, estará su ambición satisfecha…”.


Antes de autorizar la ejecución del proyecto, la Contaduría de la Real Casa solicita las opiniones del arquitecto mayor de Palacio y del director general de Jardines. El arquitecto mayor desea que el proyecto, sea más majestuoso, siguiendo los gustos de la corte, y propone una serie de modificaciones como son la sustitución del foso por una tapia, la construcción de un pabellón de recreo y, por último, agrandar y pavimentar los paseos. Estas propuestas Collantes las considera inadecuadas, y así lo expresa en un documento no exento de graciosa ironía:

“… que lo del pabellón sería cosa para después, para lo cual dejaba una plazuela. Que los caminos que rodean la huerta son de servidumbre particular y no necesitan construirse como las carreteras nacionales, porque con solo alomarlos y pasar un rodillo tendrían la solidez necesaria para deslizarse un coche como por un camino de hierro… que con el cierre por medio de una tapia se convertiría la posesión en un fuerte y sería costosísimo; y demuestra que el caz y seto vivo de acacia es bello e impenetrable, barato y de fácil ejecución…”.


Collantes, como administrador de la Real Posesión, se vio obligado a ser eminentemente práctico, las obras de reconstrucción eran numerosas y suponían un gasto elevado para las siempre mermadas arcas del Real Sitio. No se podía permitir el lujo de ordenar reformas excesivamente costosas.





UN FRONDOSO VERGEL
La Real Casa finalmente autoriza al administrador a llevar a cabo el proyecto y comienzan a realizarse las obras en el mes de febrero del año 1844. El primer trabajo es la ejecución de los paseos interiores y de la plazuela circular, los árboles son arrancados de raíz y sus maderas vendidas, cavándose los hoyos para plantar el nuevo arbolado que dará sombra a los recién creados paseos.

Con el fin de abaratar costes, Collantes solicita el préstamo de veinticinco carretillas del Palacio Real para transportar tierras y materiales de construcciones. También pide que se le entreguen piedras sobrantes de edificaciones derruidas en las obras que se están llevando a cabo para la ampliación de la Plaza de Oriente, y ambas peticiones le son concedidas.
En el mes de febrero del año 1845 las obras del caz que circunvala la Huerta Grande han finalizado, igualmente ha concluido la construcción de las calles exteriores e interiores, los paseos y los puentes que cruzan el caz y dan acceso a la huerta.

Entre los meses de marzo y abril, Collantes dirige la plantación del arbolado. En treinta y nueve días se ponen treinta y cuatro mil novecientas cuarenta plantas de varias clases, entre ellas, trescientos olmos procedentes de los viveros del Real Monte del Pardo. El director de Parques y Jardines de la Real Casa, Fernando Boutelou, miembro de una familia de ilustres maestros jardineros que trabajaron para la Real Casa desde el siglo XVIII diseñando jardines para todos los Reales Sitios, inspecciona y alaba la magnífica obra realizada:

“…el plantío del Real Sitio de San Fernando se ha hecho este año con mayor acierto… he visto con satisfacción que como era de suponer los resultados han correspondido a nuestras esperanzas, y todo el arbolado nuevo está brotando y vegeta con frondosidad y rapidez, sin que hasta ahora se vea perdido ni un solo árbol de los muchos miles plantados en este año en la expresada Real Posesión…”.

Es realmente impresionante la riqueza de la plantación efectuada, que ratifica la preocupación de la Real Casa por la creación y mantenimiento de un rico espacio natural en el que la utilidad y la rentabilidad de la producción agrícola se intentan combinar con el cuidado de la belleza y el equilibrio paisajístico.

LAS PUERTAS DEL REY Y DE LA REINA:
Solo quedaban por construir las puertas de acceso para concluir el proyecto, sin embargo, el dinero se ha acabado y la Contaduría de la Real Casa niega a Collantes un nuevo préstamo. El administrador del Real Sitio no se deja vencer por el desaliento y, a pesar de las dificultades, emprende la construcción de dos de las puertas, que en la actualidad reciben el nombre del Rey y de la Reina.


Estas deben ser de piedra y, con el fin de ahorrar materiales, Collantes utiliza en sus cimientos y zócalos piedras del antiguo molino de aceite. Para hacer las jambas solicita permiso para retirar de la corte piedras procedentes de las puertas del Convento de la Encarnación, situado en la Plaza de Oriente.

Las obras de cantería son ejecutadas por el maestro cantero Jaime Lois, que también lleva a cabo la elaboración del pedestal de la estatua de Fernando VI situada en el centro de la plaza del mismo nombre.

En último lugar colocarán las rejas de hierro forjado que permitían el cierre de la Huerta Grande al final del día, una vez concluidas las tareas agrícolas. El maestro cerrajero Tomás López será el encargado de su realización.


El proyecto a pesar de las dificultades, culminó con éxito y La Huerta Grande se convirtió en un espacio natural inigualable, perfecto para las jornadas de descanso de una reina, Isabel II, que quizá por los azares políticos de su época, no pudo disfrutar.

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