5 de marzo de 2025.

En su Gacetilla n° 217, del III Tomo de sus "Gacetillas Realsitienses". Nuestro cronista local Don Rafael Luis Gomez Herrera nos incluye una interesante descripción del pueblo en el año 1951, realizada entre otros por Don Juan Antonio Prieto Lorenzo, famoso farmacéutico y médico local. A continuación de manera extractada y reescrita os dejamos un retal de la misma, si bien la encontraréis ampliada y con más detalle en la mencionada obra.

En 1951, San Fernando de Henares era un pequeño municipio de unos 1.300 habitantes, ubicado a 18 kilómetros de Madrid y conectado con la capital por carretera y ferrocarril. Su trazado urbano, con calles amplias y rectas, mantenía la planificación original del siglo XVIII, aunque el tiempo y la falta de mantenimiento habían dejado su huella en las fachadas de muchas edificaciones.

Uno de los edificios más emblemáticos de la localidad era la Real Fábrica de Paños, cuya imponente fachada de piedra sillar y líneas barrocas dominaba la Plaza de España. Aunque su arquitectura solemne y la residencia del gobernador del Real Sitio en su interior han llevado a confusiones históricas, este edificio nunca fue un palacio real ni albergó estancias de Fernando VI. En el centro de la plaza, una fuente rodeada de árboles aportaba frescura al entorno. Otra plaza destacada era la gran plaza circular, donde se erigía la estatua de Fernando VI, instalada en 1844 y rodeada originalmente por jardines que con el tiempo desaparecieron.

La economía del municipio tenía un marcado carácter agrícola, con la huerta como principal actividad productiva. Sin embargo, el auge de la extracción de piedra y la expansión industrial en las cercanías estaban atrayendo a un número creciente de trabajadores. Empresas como la Empresa Nacional de Rodamientos, S.A., Autocamiones, yeserías y la Compañía Auxiliar de Edificación (C.A.D.E.) comenzaron a absorber la mano de obra local, acelerando la transformación del municipio de un enclave rural a un entorno más industrializado.

A pesar de estos avances, la vivienda era uno de los problemas más acuciantes de San Fernando de Henares. Muchas familias vivían en condiciones de hacinamiento extremo, compartiendo pequeños espacios donde la intimidad era casi inexistente. Las viviendas tradicionales de cuatro unidades con un pasillo central y escalera solían albergar a familias numerosas, donde padres e hijos dormían en la misma habitación, a menudo separados solo por cortinas improvisadas de sacos o retales. En los casos más precarios, las familias se refugiaban en buhardillas convertidas en viviendas de una única estancia, con apenas una cocina minúscula y una sala común para todos sus miembros.

Aunque el municipio contaba con un sistema de alcantarillado avanzado para la época, con galerías subterráneas de ladrillo de gran tamaño, su uso era limitado. La costumbre de muchos habitantes de defecar al aire libre o verter los desechos en plena calle evidenciaba problemas de higiene y salubridad. En invierno, la precariedad se hacía aún más patente, con hogares en los que la única fuente de calor era una lata con leña verde, generando un ambiente de humo persistente dentro de las viviendas.

San Fernando de Henares, en 1951, reflejaba el contraste entre su origen como un enclave ilustrado de la Corona y la dura realidad de una población obrera que afrontaba condiciones de vida difíciles en un contexto de transformación social y económica.
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